se está espesando el conflicto.
(Nada que ver con la literaria aventura de
D´Artagnan, que cruzaba el Canal de la Mancha intentando disimular el desliz de
su reina con Buckingham.)
Aquí, en Ceuta y Melilla, lo sabemos de sobra, y ya
hace muchos años, que la inmigración/invasión más bien, origina numerosos y
graves problemas que no se solucionan con los “papeles para todos” del Caldera
aquel o de quien fuese, ni con los buenismos que pretenden que las vallas
fronterizas sean bajitas e inocentes, o mejor, inexistentes.
El primer ministro británico, hombre que se ve que
es poco dado a los paños calientes, parece que ya ha estrenado un repertorio de
vistosas medidas de control que con seguridad van a hacer las delicias de los
melindrosos esos que hablan enseguida de racismo y xenofobia, con la lengua más
desatada que rigurosa, poco conformes a menudo con la precisión de los
diccionarios. Tan quejosos con nuestra Guardia Civil, ¿se les oye ahora hablar
de represión excesiva o cosas así?
La papeleta es descomunal y va a más. Y los
“viajeros” ya no se apañan con los países del sur de Europa; y van subiendo, en
busca de unos chollos sociales y económicos cuyo desbordamiento y colapso son
inevitables, y cuya disputada defensa se volverá con rapidez áspera porque
dichos chollos no han caído del cielo tampoco a sus titulares.
El horizonte tiene visos de desastre. Veremos, ya lo
veréis, a los teóricos de los derechos humanos, esa utópica letanía, ir
reculando de urgencia porque una cosa es predicar y otra, dar trigo.
Y no es que no haya trigo bastante en el planeta,
seguramente lo hay. Lo jodido es el reparto.
También el reparto de los esfuerzos, la constancia, la productividad diligente
y fértil. Es todo un lote, diga lo que diga la imbécil retórica de los
demagogos.
A
grandes males, grandes remedios, dice el refrán. Y en los próximos años habrá que revisar
los desequilibrios y también someter los egoísmos al sentido común: a uno del
que no vamos a tener escapatoria. Porque, de haber alternativas, parecen pavorosas.
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