Más allá del Rincón de la Victoria, en donde atraca
su bergantín veloz el Navegante Navarro, se encuentra Nerja y después viene La
Herradura, donde Ud. puede desorientarse y, tras unas calles dubitativas de
recuperación, arribar finalmente a Almuñécar.
Era ésa la latitud que la Dama de los Rizos eligió
para estrenarse ayer como auriga solitaria de su propio carruaje alemán, en un
recorrido que, desde Ixbilia, ya es de cierta consideración.
Me propuso, con la voz aterciopelada de las
“sugerencias”, que me constituyera en su escolta, así como el Cabo fue la mía,
al estreno del Clavileño, años atrás.
Me pareció atinada la referencia; ejemplo digno de
emulación. Y que le iría bien algo de apoyo, sobre todo en estas fechas que el
tráfico es enormísimo.
Quedamos pues en la autovía 92, a la altura del
Arahal. Y, cada uno en su automóvil, pequeña caravana de dos, entre cientos,
miles de conductores veraniegos e intrépidos, nos dimos la sobredosis de
kilómetros correspondiente, llegando sin problema a destino.
Después del almuerzo, volví yo a mi playa, en el
bólido redondeado de color oscuro y arcos plateados, que no encontró gemelo en
todo el concurridísimo trayecto. Es lo que tienen los modelos de diseño
ciertamente exclusivo.
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