te has caído del caballo, como Saulo.
O has concluido que te conviene cambiar
el rollo de vendedor de concesionario, si quieres colocarnos otra vez el
automóvil.
El inconveniente es que un vuelco tan
drástico y repentino, tan descarado y atropellado, es cualquier cosa menos
verosímil; que no es de fiar, vamos. Que no estás por la Nación sino por tu negocio,
tío, imposible camuflar tanto plumero como se te ve.
35 o más años de disimulos, durante los
cuales tu tropa, y otras, han demostrado muy vistosa reticencia, diciendo una y
otra vez “país”, por España, consintiendo y/o alentando sin mover un párpado
las inundaciones de las banderas republicanas o las separatistas, con la
simultánea y clamorosa ausencia de las españolas, por constitucionales que sean,
y ahora…?
¿Cómo vas a borrar de golpe toda esa
alergia? ¿Con una bandera grande como la que en tiempo de Aznar se colocó en la
plaza de Colón, en Madrid?
Profusamente se comenta que andas
copiando a Obama. Mal y tarde, quizá. ZP ni se levantaba de la silla en aquél
desfile, ¿te acuerdas?
Y a los rebeldes que ahora (nombrados
con tu aprobación y connivencia, con tus pactos maniobreros) hacen grosero
desplante de la enseña y el himno nacionales, ¿los vas a reconvenir, llamar
activa y visiblemente al orden, presionar para que la Ley les ajuste los
trastes?
Había una expresión, todavía la hay, que
no sé si llegaba a refrán: a buena hora, mangas verdes. Y esta otra, que sí lo
es y en este trance ha de serte más piadosa: más vale tarde que nunca, si os
quitáis de verdad esos complejos rancios, rencorosos, revanchistas y ridículos
(póker de R) que habéis seguido incubando.
Pero de momento (porque el movimiento
tendrás que demostrarlo andando) eres, como dice “el Bisbal”, INCREÍBLE. Al
100%.
De la retórica, los faroles y esas
extrañas carrerillas de entonación ascendente del discurso, ya ni hablamos.
(Fíjate que, el 2 de febrero, en este
blog dimos ya una referencia de lo más o menos tuyo. El tiempo pasa.)
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