Va a ser difícil que quienes ya la han
probado me lleven la contraria.
Y quiero ser neutral, ponderado: por más
que mi personal experiencia esté conectada con ese sitio, junto a los cines, al
que íbamos a desayunar los molletes de tu/nuestra predilección, el caso es que
no habrá paladar decidido, de imaginación aventurera y lujuriosa valentía, que
no aprecie, y mucho, el sabor ancestral, el resuelto relieve, la fecunda,
rústica si se quiere aunque eficacísima fórmula que el ingenio extremeño nos ha
deparado con el hallazgo y la creación singularísimos de la CACHUELA IBÉRICA.
Dorad unos trozos de pan; untadlos acto
seguido con esa cremosa, sabrosa, jubilosa sustancia y decidme luego, regado
todo con el vino que os sugiera la elección más caprichosa, si la vida no es
interesante.
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