que el cine americano del norte (como quien dice, USA)
suele mostrar, “Obsesión” comienza
siendo un más o menos drama que incorpora elementos más o menos transitados y
previsibles (la gente que llevamos toda la vida yendo al cine tenemos poco
margen para la sorpresa) aunque va creciendo en intensidad hasta aceptables
cotas de pánico y violencia en las secuencias finales.
El personaje del mozo criminal y obsesionado reviste toda
la gama de matices que lo hacen eficaz prototipo de odioso: casi un cliché. Pero funciona.
Y claro está, la incontestable belleza de López ilumina
toda la cinta, mientras cumple con nota su papel y vuelve a subrayar su
condición de ejemplo, cuando se habla de la hermosura de la mujer
iberoamericana, a la que la impropiedad a veces interesada y las inercias
prefieren llamar “latina”.
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