Cuando Ud. experimenta el brutal impacto de esta persona,
ya ha sobrevivido a la Fender Stratocaster, a la CocaCola, al Cadillac Seville
del 83 o, pongamos por caso, al Dodge Viper del 99; también a Brando y a Rosario
Dawson, a Paul Simon y a los Byrds.
Y con todo, entre tal muestrario del poderío USA, la
arrasadora sacudida que centrifuga esta mujer es bastante como para dejarle a
Ud. tocado, tambaleante, trastornado con su temible torbellino.
– Ya
estás incurriendo en la aliteración.
– Sí,
es el lío de las palabritas que… si yo te dijera. Mira, citaré aquí algo que
Irene ya casi domina:
“Sobre
el triple trapecio de Trípoli, trabajaban trigonométricamente tres tristes
triunviros trogloditas, tropezando, atribulados, contra trípodes, trapecios,
triclinios y otros trastos triturados por el terrible tetrarca trapense.”
En fin, Beyoncé, ese ciclón invicto (no como Tomás
Gómez), esa selva sensual/genital, esa señal de la remota Babilonia. Y sin
necesidad, Nono, de volver a Sevilla para admirarla en su bañera opalina.
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