Tu modo de abrazarme
últimamente
un poco desvelado me ha
tenido
porque hay dulces ternuras
que en la mente
no consienten las sombras
del olvido.
Y ahora me pregunto hasta
qué cota
se extendería tu
hospitalidad;
qué claro timbre tendría tu
nota,
qué hermoso tono, cuánta
intensidad.
Son imaginaciones, sólo
sueños
(que estos meses me
desasosegaron)
de ser tu servidor y ser el
dueño
de esos abrazos que me
enamoraron.
Será maravillosa, amiga mía,
una noche de no dormir
contigo.
Señala tú qué mes, decide el
día.
Por cierto, no te he dicho:
soy ...
Lastima, maestro, que solo quedara en verso. Con un poco más del atrevimiento que acaparas y unas pocas notas y arpegios de la casa, tendriamos otra excelencia de las tuyas. Saludos de un incondicional
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