Así se denomina esta formación de virtuosos de la danza
que ayer nos ofreció por TV2 una espléndida muestra de belleza, arte y, no se
olvide, riguroso entrenamiento, meritoria disciplina, modulando en maravillosos
y elegantes movimientos la majestuosa música de Händel. (Tengo la sensación de
que, cuando yo era alumno del Conservatorio, se escribía Haendel. Y de paso,
las mudanzas en la ortografía, cada vez más frecuentes, no son santo de mi
devoción.)
Si Ud. tiene la suerte de encontrarse una manifestación
así de las facultades del alma y del poder fascinante de los sentidos, afine la
vista, contenga el aliento para escuchar mejor: el género humano, cuando se
porta, es capaz de tantas cosas que nunca deja de asombrarnos.
Y, desde luego, repita conmigo que no somos todos iguales.
No hay más que ver la “alternativa cultural” que (noticia,
en los telediarios) ha organizado una horda en un aeródromo, por Valencia. Se
afirma que también son humanos; por lo que a la Delegación de Gobierno
correspondiente le ha dado apuro convencerlos de que incluso los más correosos
bárbaros deberían acatar las leyes.
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