Sin afición al fútbol ni entendimiento de ello, que no
hay mayor obligación, y sin pretender molestar demasiado a su previsible legión
de “fans”, uno diría que una estrella que acaba de recibir tan brillante
galardón (un balón ¡de oro!) podría expresar su satisfacción de un modo
diferente. Uno diría que no es propio de la demostrada e histórica cortesía de
los portugueses (más “cumplío” que un
portugués) soltar semejante aullido de mulo como si en vez de futbolista
fuera una hirsuta bestia paleolítica.
Cierto es que el balompié de hoy (aquí ya se ha dicho) es
muy distinto del que conocíamos. Pero los expertos podrán certificarme si, en
efecto, este figurín pagado de sí mismo es tan buen jugador como lo fueron
Kubala, Pelé, DiStefano o, posteriormente Cruyff, Maradona y otros.
Visto desde fuera tiene más de relamida y discutible
apariencia, más de trivial posturería metrosexual y más aires de adocenado
gallito de discoteca que de genuino deportista sin ambages.
Ahora la secta multitudinaria de sus adoradores puede
decir que soy un blasfemo o, si lo prefieren, un hereje. El libro de los gustos
está en blanco.
jajaja
ResponderEliminar