Casualmente hablaban del papel que en la sociedad
corresponde a los autores, etc. De su función estimulante para la imaginación,
los sueños, todo eso que sólo las bestias pardas entienden como adorno
prescindible y secundario en nuestras vidas. Y que, en todo caso, pretenden que
sea gratuito y/o parasitable.
Había remitido el calor insoportable de los dos días
anteriores y la mañana era fresca y luminosa en el jardín. Su mirada se posó en
la piscina. Y de manera espontánea (lo conozco: os aseguro que vive así), sin
premeditación ni intención frívola, dijo: “Está
funcionando el motorcito agitador del agua”. Y, un instante después: “Seguro que tiene un nombre técnico”.
La oyó responder, medio riéndose: “Sí, se llama depuradora”.
Y él añadió, casi avergonzado: “La verdad, qué pedazo de perífrasis”.
El destino, en el que no creo; los dioses, en los que tampoco, o puede que Dios, en el que sí (aunque me resulta difícil de creer que se ocupe de asuntos tan personales, personales míos, se entiende), me sentaron el viernes en la mesa del jardín a tomar una cerveza contigo y con ellas (ella, la que no es la mía, por cierto, encantadora). Ya estoy recuperando la tensión arterial.
ResponderEliminarPor otra parte, ya lo creo que sí, es más poético, menos prosaico "el motorcito agitador del agua", que el petulante "depuradora".