En alguna ocasión anterior ya la hemos sufrido. Y ahora,
de nuevo, este ejemplar algo indómito de robot que he dado en llamar
“plegablito”, por su cuenta ha duplicado algunos de mis últimos blogs en mi facebook.
Vuesas Mercedes no imaginan hasta qué punto llega el
grado de tortura, tanto por la manifiesta indefensión ante la tropelía
tecnológica e imparable, como por verme envuelto, en aras del manejo común,
sometedor y pragmático, en el incómodo tobogán de palabras tan no españolas
como las que, líneas atrás, van en cursiva.
Irene me orienta en la reparación del desvío; y no
encuentro madera suficiente para conjurar al tacto futuras y ominosas
desobediencias de este desalmado chisme.
Siendo, como soy, seguramente el último de la fila en las
lides de la red prodigiosa y desaforada, no me queda más que hacer
manifestación de mi no responsabilidad en estos lances imprevistos y confiar en
la buena voluntad con la que se orientarán mis diversos y dilectos
destinatarios.
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