O un estreno extraterrestre.
Con dosis alarmantes de imprudencia, desahogo,
atrevimiento e ignorancia, este aguerrido y desenfadado mozo, como cree que
todo el monte es orégano, va irrumpiendo en el asalto de oficios que desconoce
y que quizá jamás llegue a ejercer con un mínimo de presentabilidad.
Su innecesario, precipitado y esperpéntico debut como
“cantor”, ante un numeroso y bastante estupefacto público, le ha dejado a los
pies de los caballos, con el añadido de un testimonio filmado y grabado que
tiene extraordinarias posibilidades de quedar como mancha grandiosa e indeleble
en su expediente.
Con desaforada ferocidad y enconado escarnio, la mayoría
de esos “enterados” que lo andan despellejando en televisión, ha demostrado
tanto encarnizamiento como lejanía de lo relacionado con la música*,
presumiendo de palabras y conceptos que han sido revueltos hasta el absurdo,
brillantes pontífices de la torpeza.
Lo espeso es que todo el asunto, de tintes algo
gigantescos, no deja de ser un síntoma de que cierto público y los medios que
con insuperable grosería lo explotan y manipulan, van sembrando y recogiendo
exactamente lo que merecen.
*La capacidad para la música es un don que sólo
relativamente pocas personas poseen. El sentido del ritmo, la casi instintiva
buena afinación pueden mejorarse con el estudio y la preparación, pero no son
en absoluto la finca sin vallado que supone la gente, cuando toma el riesgo de
transformarse en horda insolente y rapaz.
Van Morrison, Swamp Dogg, Dylan o un tal García Blanca no son objeto de mi veneración por su sentido del ritmo o su facultad de afinación. Debe haber algo más, pero no acierto a definirlo.....ojalá nunca lo consiga
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