El Hipocampo recibe, de manera subrepticia, la siguiente
nota sin firmar, manuscrita en papel magenta:
En
los años 80 del pasado siglo, fui agente de la CIA. En el transcurso de una
investigación que ahora no hace al caso, conocí a una mujer (que pertenecía,
sin yo saberlo, al KGB ) con la que tuve trato carnal y aun pecaminoso. Dicha
mujer ha muerto posteriormente por lujosa y veleidosa sobredosis de champán
francés mezclado con heroína.
Pero
entonces, confiado en ella con la inconsciente atracción peligrosa que Sansón sintió por Dalila, cometí
el error de referirle cómo un miembro de la Secta Secreta y Beoda de los
Adoradores de Rosa Benito, me había proporcionado información fidedigna acerca
del verídico personaje de Don Marcial.
Aquella
mujer chismosa, que Alá la tenga en Su Infinita Misericordia, debió transmitir todo
el asunto y, de unos a otros, terminó llegando, puede que algo tergiversado, a
manos del cantautor que la incorporó como argumento de un tema, incluido a la
sazón en un álbum o CD titulado “El Jefe”.
Temo
que este músico permanezca ajeno al peligroso designio que sobre él se cierne.
Fin de la nota.
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