Así que hubo el otro día el enésimo revuelo
multitudinario de protesta en el que, como es de rigor, las quejas de todos los
colores, muchas con fundamento, fueron proferidas, coreadas, aulladas por,
sobre todo, los que contemplaron, con impasibilidad o interés silencioso y
seguramente cómplice, cómo durante siete años de patrañas zapateriles se hundía
a fondo un barco que no navegaba tan mal (sí, sí, no se pierde toda la
memoria); pero que en cuanto el PP ha recuperado el gobierno (que tan
ladinamente le fue escamoteado cuando el 11M) les ha faltado tiempo para
lanzarse a la calle con el estilo que los caracteriza, para liarla parda, para exigir
con urgencia un inmediato milagro de Lourdes que nos salve de tanto desastre
impunemente acumulado.
Saben como el que más, lo sabemos todos, la marrullería
que eso implica. Conque su actitud y comportamientos los definen. Y no me
cuesta admitir, y afirmar con ellos, que la gestión de Mariano & Company es
insatisfactoria e insuficiente y lenta.
Pero siete años de pringue digerida y mansamente
aplaudida anulan cualquier remedo de legitimidad para presentarse con tanto
ruido y tanta prisa.
Ya sabéis: las banderas de siempre, agitadas por los de
costumbre. Nunca la española.
Qué lástima. Y qué síntoma. Deprime que (en mitad de las
salvas fúnebres que los locuaces, rebozados en autocomplacencia y medallitas,
dedican a Adolfo Suárez, recién muerto por las mismas fechas) los residuos de
aquella época ilusionante sean sólo esto que queda ahora.
Y ver como en esta España, se impide ya hasta la autodefensa de nuestros propios policias. Que deprimente e insoportable resulta todo esto.
ResponderEliminar