Acaso guiada por la afición al
contraste, la orquesta española en su conjunto decidió un buen día pasar de
adusto y antipático (eso decían) director a otro de constante (y que terminó
siendo inexplicable) sonrisa, de tan aparente como falsa simpatía, lloviera,
tronara o relampaguease.
Borges (quien de sobra exhibió
genialidad y por otra parte quemadura considerable respecto a los ingredientes
ibéricos de su origen) escribió con
maestría desdeñosa acerca de las
vanas simetrías del estilo español, satinada emisión de bilis edípica que
no favorece su estatura. Lo que no empece para que sus admiradores y lectores
le mantengamos el respeto, y aunque desde luego jamás llegase a ser lo que se
dice un viejo ciego encantador.
Pues bien, en este polo de la simetría,
o asimetría, (esa palabra que tanto gustaba al entonces “president Pasqual”),
el leonés de la mayúscula Z, paladín de la sólidaridaz, la libertaz y la igualdaz, estuvo aquerenciado, con peligro para todos nosotros, en el
prurito de resolver cuadraturas de círculo.
Una de las que todavía colean consistió
en que se propuso “salvarnos la patria”
negociando cosas turbias con los señores de las bombas, que las siguieron
poniendo aunque ahora ya y de momento no, y que ha sido al cabo como darles una
razón que me da que nunca han tenido.
No consta, o sí, que persiguiera la
medalla pero cuesta creer en su optimismo antropológico (¡qué amor de hallazgo!),
idea que, si se desarrolla con alguna creatividad, podría llevarnos a una
mirífica alianza que tendría que incluir, por ejemplo, el burka y otros
deliciosos adelantos, por parte de la civilización
musulmana, y esa especie de alarmante delirio frenético/fanático que resulta
ser, por parte de la civilización
cristiana europea (help!), la romería del Rocío, amontonada y sudorosa
chichonera que, cada año más, jalean y amplifican las televisiones y otras
hierbas, se ve que a falta de mayores noticias, para nuestro creciente y
desolado estupor.
Y todo eso, mientras las mesnadas/manadas
de los progres insistían e insisten obsesivas en la soledad del PP, que por lo
visto tiene sólo once millones de
votantes. Así por encima, no parece lo que se dice un caso grave de aislamiento
aunque cada vez funcione peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario