Barba frondosa y luenga melena en declive.
¿Piensa, reflexiona la víctima (de los disgustos, de las
ciclogénesis, del desierto, “anda ya, Góngora”), sobre su
ineludible destino, sobre su trayectoria inevitable que, si se encarta, lo
despeñará a fondo por cualquiera de los barrancos disponibles?
¿Marcilla (como Estella) o Nescafé? ¿Otra caja, ya a
destiempo, es decir, fuera de temporada, de mantecados de Estepa?
¿Qué va de una calle a otra, de un día a otro, de una
paella de marisco a unos bombones de licor?
Lady Taladro pide: “Sonríe”.
Y el Hipocampo, que cede a la tentación evocadora de
Chiquito, “no puedor, no puedor”.
La línea Gambrinus y la bata blanca de cocinero/escritor.
Y luego va Arguiñano y
cuenta chistes. “Anio”. Aro.
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