Consiste en que los madrugadores/desvelados/aficionados a
los vehículos de tracción mecánica podemos constituirnos en voluntarios
espectadores de “Más que coches”.
El teleprograma tiene considerables aciertos y nos
informa de lo que va saliendo al mercado, que es una manera de “ponernos los
dientes largos”.
Claro que la retórica mercantil de concesionario tiene
sus tics y su vocabulario peculiar y claro que son tan llamativos como
reiterativos y superfluos los derrapajes gamberros del as del volante. Eso
puede pasarse por alto.
Pero nos parecen evitables (y rechinantes) el GAAAS y el OS ESPERAMOOOS que, a modo de bienvenida y despedida
respectivamente, nos vocifera con destemplado timbre la “voz en off” del
locutor de turno que quizá, siendo mal pensados, pertenezca a personaje
importante o influyente en la estructura del programa, víctima de dolorosa vanidad.
Y que la caridad cristiana nos enseña a ser comprensivos,
compasivos y suaves de trato con la vanidad porque es frecuente en nuestra
frágil condición humana. Eso “sí se vale”, como ciertas personas dicen por
Zaragoza; pero lo que “no se vale” es que gente que alardea tanto de datos
técnicos y erudición cosmopolita y especializada en lo suyo, siga sin aprender
que la sílaba GHI de Lamborghini no suena como “YI” sino como “GUI” y que para
tan mínimo, aunque relevante, detalle no es absolutamente preciso saber
italiano.
Sucede así con los del rosalleo, fauna presuntuosa de
brillos y, con frecuencia, numerosa de ignorancias: “paparazzi” es forma plural
que nunca debería aplicarse al fotógrafo/reporterillo/acosador que en solitario
es mero “paparazzo”.
Y es que sois una panda muy viajada.
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