Van subiendo de manera imparable; y las tasas. Y todo lo
demás.
Y no sólo en la “Spain different”. El contribuyente anda
asustado y no es para menos.
Depardieu, por ejemplo, ya salió huyendo de Francia ante
el salvaje saqueo que sufrían sus dineros.
Tiene este hombre larga trayectoria como actor. Su éxito,
sus ingresos como trabajador del cine, se diría que le vienen porque gusta al
público y éste paga por asistir a sus actuaciones. O sea que el caso no huele a
subvención, ni tiene el hombre la cara complacida de los que se arriman al
pesebre político, mafioso repartidor de becas y prebendas, a cambio de peloteo,
reverencias y complicidades. Pero es que una cosa es contribuir y otra, la
hoguera.
Por cierto, Hollande, borroso y deslucido sucesor de
aquel Sarkozy viril, resuelto y galardonado con el trofeo de la Bruni, que
también lograba su objetivo, ¿consigue un gasto decente de los dineros que al
actor en fuga y a tantos otros ciudadanos se les exigen?
Porque si no, empezará a tener, ya tiene, sentido el “sálvese
el que pueda”, contra los fariseos que claman por el sostenimiento de una
sociedad europea tan corrompida, tan despilfarradora, tan falsamente solidaria
y tan intoxicada de molicie materialista y parasitismo como la que estamos
padeciendo. Puede que ya con más cabreo que hastío.
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