La Fórmula 1.
La “pole position”.
Esto fue imposible de ver en la furiosa e indecorosa
estampida que las señorías del Congreso escenificaron con la excusa de que
perdían el avión, o lo que fuese, para ir al encuentro ansioso y respetable con
sus familias, o al encuentro libidinoso y clandestino con sus “affaires”, de
cara al “puente”.
Puente del Pilar, de Todos los Santos, de la Inmaculada,
puente de Brooklyn, Bay Bridge y Golden Gate en San Francisco, California y “er puente Triana, picha”.
Debió ser un sueño algo que oí, que se dijo, del
propósito de moderar los puentes.
Los hoteles en las costas o en las islas (Benidorm,
Andalucía, Canarias), al 90% de ocupación, confesado por sus propios
gerentes/directores.
Las terrazas y las discotecas, a reventar.
Varios millones de vehículos, aprovechando lo baratísima
que está la gasolina, llenando los depósitos.
Los viajeros más alternativos, imaginativos,
elitistas/ecologistas, con lo del turismo rural que es tan bucólico y, por
ahora, menos masificado.
Los telediarios se han rellenado con noticias
preferentemente lejanas, incluso podrían ser graves pero la distancia las
envuelve en una muselina analgésica.
La fiesta nacional, que desde luego incluye a la región
catalana y a las provincias vascongadas. Eso, el fútbol, la paella y la
tortillísima de patatas. Los rasgos de identidad compartidos, nunca discutidos.
Luego hay ¿aguafiestas? que aluden con alguna desgana a
no sé qué cosa llamada vagamente crisis.
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