El pragmatismo, esa deplorable miseria humana, y la
insufrible frivolidad de las modas han decidido someternos a la tiránica
imposición del uso, a toda hora, del idioma inglés. Tanto ha calado la
sugestión de esa interesada arbitrariedad que incluso los más recalcitrantes
antiyanquis, haciendo honor a sus proverbiales incoherencias, admiten y hasta
preconizan entusiasmados tan veleidosa realidad y la aplican a sus
mediocridades con bovina fruición.
Cuando en diversas ocasiones, algunas de ellas recientes,
nuestros figurones se vuelven patéticos y nos cubren de
oprobio/bochorno/vergüenza ajena, al esforzarse en chamullar esa abstrusa y retorcida
lengua, en cierto modo están declarando su complejo de inferioridad, su manso
seguidismo y, cuando lo hacen tan rematadamente mal como vamos viendo, su crasa
ignorancia de una asignatura que tampoco tendría por qué ser así de
obsesivamente obligatoria.
Porque también podría darnos el antojo de extender como
“lingua franca” el chino, el ruso, el árabe… o el español, mira tú.
Que lo que no sea regresar con honra y legítimo orgullo
al latín, no es más que un chuminoso modo de arrastrarse por los cauces más
facilones hacia el dinero.
Se ve que viste la intervención de Ana Botella. ¡gloriosa!. A mí también me dio mucha vergüenza que nos defendiera esa señora,... pero es lo que hay, esa es la representación del PP.
ResponderEliminarPese a todo te seguimos queriendo.
Demasiado escasito, reducir este tema a un asunto de partidos. Me acuerdo ahora del antecesor respondiendo a un grupo de periodistas ingleses: Yes, cenqiu....
ResponderEliminarVivimos una auténtica tiranía del inglés, doy fé pues lo sufro a diario por motivos laborales. Desgraciadamente, veo nulas posibilidades para "darnos el antojo" de cambiar esto, al menos en unas cuantas décadas.
Demasiado escasito, reducir este tema a un asunto de partidos. Me acuerdo ahora del antecesor respondiendo a un grupo de periodistas ingleses: Yes, cenqiu....
ResponderEliminarVivimos una auténtica tiranía del inglés, doy fé pues lo sufro a diario por motivos laborales. Desgraciadamente, veo nulas posibilidades para "darnos el antojo" de cambiar esto, al menos en unas cuantas décadas.
A esta señora le tenían que haber puesto un bozal o, mejor aún, un intérprete, que para eso existimos. Dejando a un lado la triste "performance" de Mrs Bottle, tampoco debería librarse del chaparrón el petardo que le redactara el discurso (pues seguro que no era de cosecha propia), porque más ñoño e insulso no nos lo podrían haber despachado ni los guionistas de las series adolescentes del Disney Chanel.
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