Se veía venir

Porque lo rarísimo habría sido que, después de remojar a fondo a elementos como Maleni (de tan gloriosa ejecutoria), la marea no siguiera subiendo hasta Chaves, que procuró esconderse/alejarse en su día, al amparo de aquel cargo de vicepresidente tercero que casi parecía inventado a medida; y rarísimo que la salida tan apresurada de Griñán hubiera podido evitarle el escándalo y todo lo demás que corresponda. Pues bien:

El paso mesurado y la cabeza erguida, como para no descomponer el cuidadoso trazado vertical de la larga melena, y portando sobre ruedas una especie de maleta de viaje que debe contener, suponemos, documentos valiosos, durante varios, muchos meses, te hemos visto por la “tele”, acudiendo al tribunal para seguir desenredando, con tu valiente y denodada investigación, la descomunal madeja de expolio y latrocinio que el poder socialista y los sindicatos y los adláteres de turno han urdido durante décadas en Andalucía.

Y, claro, te han llovido detractores, enemigos, los que tu instrucción judicial está poniendo en la picota, entre rejas y perdiendo el chollo del “mangue” que querrían haber hecho eterno.

Para desacreditarte han utilizado de todo, incluso chismes sobre tu vida privada. Pero tú sigues, sobreponiéndote a los machos reprimidos, a las hembras envidiosas, a tanto hideputa como florece en el doliente Sur, y que sí, que en todas partes cuecen habas.

Te aplaudimos, Alaya. Pareces firme y decidida de carácter. Y además, que Dios nos conserve la vista, y porque es posible desde el respeto, y lo Cortés no ha de quitar lo Pizarro, nos deleitamos adivinando tus líneas casi como de Tiziano, tu vientre suave, tus senos. Contemplando, porque el vestuario que a veces decides nos lo ofrece, tus preciosas piernas, el sabroso principio de tus muslos bonitos.

Adelante, Señoría, barre a esa turbia pandilla.