martes, 15 de octubre de 2024

Con permiso

 

Desde la distante época en que viví en la Torre de Praga (Madrid) creo que nunca había osado repetir, por mi cuenta y riesgo, la fórmula de la alta cocina que los manuales suelen denominar “arroz blanco”.

Se me dirá con hartos motivos que no reviste especial dificultad esa receta; pero mi inseguridad como cocinero ha ido a más, acentuada por la duda, la reflexión cautelosa que nos añaden los años cumplidos, y cierto porcentaje de cómodo remoloneo que también admito se escudaba en castañas sacadas del fuego por resueltas y gentiles manos de cariñosa cercanía.

Y hoy, porque “me se” (el “plegablito” ha desistido de corregirme a la tercera vuelta) ocurrió que la fecha no por fuerza habría de rechazar esta suerte de homenaje simbólico, junté valentías y, leyendo varias veces apuntes históricos y manuscritos, me lancé al vacío.

Que no es como si un astronauta se viera en el trance de soltar su cordón umbilical con la nave (la del misterio, o así); y con todo, como las meigas, riesgos haylos.

Os dispensaré de los detalles, del éxito aceptable del experimento, de la vanagloriosa sensación de alquimista en funciones que reviste mi ánimo, por tantos avatares desorientado.

Que sea un feliz día, que dé permiso a este abrazo para llegar a su destino.          

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