Claro que
ahora ya han ido y venido contándonos cosas de ti; pero cuando te nombraron
segunda del decrépito, quién te conocía por estos lares.
Vicepresidente
(que vale, que está sobradamente extendido lo de vicepresidentA, ya lo sé) para,
en caso de necesidad, tomar el relevo automático del inverosímil, históricamente
en espera, que por fin remataba tanta postergación y dedicada paciencia, Biden,
jefe de los USA, vaya, ya era hora, tío.
Y puede que
tus mezcladas sangres tengan algo que ver pero, lo que sea, es que te bailaba
por la cara un no sé qué de guasa sandunguera, de “quédate y ya veremos”, como en la canción suculenta de Alejandro.
En fin que la
momia, a trancas y barrancas, ha resistido lo justo y lo injusto para que a
todas luces no pueda repetir, y hete aquí que te perfilas y te perfilan como
sugestiva o sugerente posibilidad o más aún.
Y es esa
expresión medio risueña en tu cara, de alegría picarona, “fueraparte” de tu
expediente, que por allá se lo sabrán, lo que desde esta orilla no pinta mal, y
menos con lo pintorescos que andan los tiempos: así que ya veremos, Kamala.
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