que
mi innata disposición para las manualidades con dificultad llegaría a merecer la
calificación de “modesta”.
Este
inconveniente, aplicado a mis personales experiencias como cocinero, no ha sido
del todo disuasorio, como debería.
Conque
hoy, por huir de las rutinas, y con temeridad imprudente (ahora lo sé), resolví
organizarme una tortilla de patatas, de la cual anteriores aproximaciones tampoco
habían resultado fracasos estremecedores. Y…
Preparé,
con método, eso sí, los ingredientes, el protocolo sucesivo y cuanto parecióme
que la ocasión exigía, y me puse a ello. En apariencia, no iba discurriendo la
procesión por derroteros demasiado alarmantes hasta el momento en que intervino
el “vuelvetortillas”, artilugio de
todos conocido, y que implica un punto de no retorno.
Y
exactamente eso fue, el retorno: de manera inexplicable y aunque ya había
resuelto con probidad presentable el “posado” de lo que puede llamarse “primer
tiempo”, el conjunto no resbaló con la uniformidad y naturalidad que se espera,
regresando a la sartén en un cierto descabalo que más representaba una rústica “crépe” desconcertada que el orondo sol
que corresponde.
Declino
describiros con mayor detalle lo infructuoso de las intentonas rectificadoras. Concluyendo
que “A una edad tan seria como la mía”, más cuenta me traerá ceñirme a mis
controladas parrillas y otrosí garantizados, aunque menos cinematográficos,
prototipos.
En tales circunstancias Pionono opta siempre por el "revuelto". Saludos desde la sierra.
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