Cuanto más se desnudan las palabras
que escribe a solas, desde su rincón,
más se espesa el silencio cauteloso,
más “diplomática” es la inhibición.
Con cuentagotas tardo y elusivo
se mira hacia otro lado.
Para nada conviene pronunciarse,
no vaya a ser que quede en el archivo.
Así que, acobardados,
eligen “no salirse del retrato”,
“temiéndole al nublado”,
y no “buscarle los 3 pies al gato”.
-¿Lo
que a Vuesa Merced saca del lecho,
a
estas deshoras tan inusuales… ?
-…
no sólo son palabras: son los hechos,
los
renuncios, en este mar de males.
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