Con
lo que el señor Tamames manifieste en pocos días durante su intervención en el
Parlamento, se podrá estar de acuerdo o no. Pero una cosa es segura: tendrá más
y mejor sustancia que lo que corrientemente ocurre en ese foro.
Y
eso lo saben las venales plañideras de las tertulias políticas, frecuentes “señoras
azules” con autobombo de analistas, por más que se finjan escandalizadas,
vociferando sobre la utilidad, la oportunidad y la viabilidad de dicha
intervención.
Y
también lo saben los diputados, cuyo comportamiento, inteligencia, preparación
e intenciones dejan mucho que desear a menudo, con descorazonador efecto sobre
ese pueblo allí “dizque” representado.
Lo
que en realidad degrada (como andan diciendo) a nuestro Congreso no será la
moción de censura por don Ramón, a la que, sin la vergonzosa disciplina de
voto, tampoco faltarían “espartacos” que se declarasen en decentísima rebeldía
para apoyarla; sino la infiltrada caterva de gentuza que, con zurcidos
grotescos y prevaricadores del voto, nos ha echado encima la inoperancia, la
estupidez y la caspa de esta “progresía”
de bazar con muñecas de Famosa y musculitos Madelman con barbas de moqueta.
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