Prefiero
imaginar que los “timbres de gloria” que te avalan para merecer el “cargo”, más
tienen de nepotismo y de simonía que de sodomía: que de ésta ya debe andar
sobrado tu particular patio de Monipodio.
“Enchufada”
titular en el excrecente e insólito ministerio de igualdad (que te da igual),
Montero, Irene, escalas impávida los peldaños de despropósitos que calificas de
urgentes y en los cuales dilapidas enloquecidos lotes del presupuesto que te
han asignado en pago de tus complicidades y apoyos más serviciales.
Con
estilo de neoanarquista rojeras, es decir, disolvente, vas de titiritera y
empecinada en sacar adelante extrañas leyes de impredecibles y temerarias lecturas,
defendiéndolas como las más indispensables del mundo mundial, y que por
supuesto nunca tienen que ver con, por ejemplo, la falta de uniformes y
material que están escandalosamente necesitando en la Guardia Civil de Carreteras.
En
tu personal letanía de ocurrencias, no descartamos sucesivas leyes de diseño
espectacular, mediante las cuales lleguemos a niveles de aceptación y “modernez”
que incluyan (ya desde la enseñanza en la escuela) la comprensión elástica y tolerante
del bestialismo, cuyos más artísticos
antecedentes seguro que conoces de tus estudios sobre mitología; la necrofilia por la que tanto Poe como
Baudelaire mostraron afición en páginas que habrás frecuentado; y el incesto, inspiradora alternativa
dinástica que los faraones cultivaron en Egipto y al que acaso, un día, no te
sientas ajena.
La
difusión masiva y “evolucionada” de su puesta en práctica en los diferentes
estratos de esa sociedad que sueñas y predicas tú con otros “reformadores”, ¿recibirán
próximamente el amparo entusiasmado de tus nuevas incluyentes, incluyentOs, incluyentAs
normativas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario