sábado, 22 de octubre de 2022

Payasos sin gracia

 

Cuando el vehemente y transgresor de rubio pelo indómito se vio más de la cuenta desacreditado por sus manejillos y desplantes, y lo que saben todos nuestros tertulianos “como no puede ser de otra manera”, el circo de los britanos determinó como sucesora en el timón a esta señora que, fugaz falla valenciana, se consumió apenas en el protocolo de las exequias de Isabel Regina, y poco más: un tropezón con las cosas del dinero, y ya está fuera de ese famoso “conventillo” de Downing Street.

Gloria efímera, ahora, a toro pasado, a vaca pasada, no es imposible reconocer que algo desteñida ya parecía y que no está el estanque de los tiburones como para nadar confiadamente y acaso con no demasiado entrenamiento.

Que mal de muchos no es arreglo para nadie, pero lo que sobre todo estamos viendo -y sufriendo- es esta cuadrilla de gobernantes de tres al cuarto, como una señal, entre tantas, de esa decadencia general que es lo que menos conviene a los tiempos que se nos vienen encima: una política que también bulle como una feria de las vanidades con canijos dirigentes aquí, allá, por doquier, que se dice; sin excepción de los “lumbreras” gélidos y áticos instalados en los despachos superdecisorios de la dizque Unión Europea, multiplicadora de gastos y chorreante de burocracias que todo lo entorpecen y muy lentamente llega, cuando llega, a soluciones en sus farragosos “concilios”.

La gente va tragando. Pero se le va poniendo carita de gallina de huevos que ni de oro le quedan, en las manos desconsideradas y delincuentes de esos payasos inservibles.         

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