A
pesar de las insistentes razones con las que se insta al gobierno a reducir los
impuestos, no hay manera. Muy poco o ningún caso y si sí, con remoloneo y
tarde.
Porque
con el incremento brutal que la inflación desmadrada ha originado en la
recaudación, bien se podría. Y ya no digo mejorando la eficacia (y la
eficiencia, que suenan a lo mismo) sino tal cual, es mentira que se resentirían
las “políticas sociales”, la educación, la sanidad, las pensiones…
Con
la socaliña burda de un escrúpulo (que con falsedad tergiversan) de regla de
tres, del rayo láser en la justicia distributiva que equilibra a los desiguales,
para lo que a este gobierno sinvergüenza le interesa trincar tanto, trincar
más, trincarlo todo… es para manejar luego el dinero aplicándolo allí donde sea
soborno y compra de quienes a cambio seguirán sosteniéndolo en el poder y el
mangoneo mafioso. Con arbitrariedad, discriminación, sectarismo favoritista. Burdos tramposos de manual.
Cualquiera,
que no mire culpablemente hacia otro lado, puede verlo: sólo "engañan" a los que
se dejan, porque seguramente son los mismos que salen ganando en este río
revuelto, en esta gigantesca catarata con mil caras de la corrupción.
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