Por
la “tele” nos comunican que la gentuza al mando (a la que servilmente llaman “gobierno”,
entre alabanzas y disculpas) ha decidido subirse el sueldo, para que no deje de
cumplirse el dicho de “sálvese quien pueda”.
El
escándalo ya no sorprende porque jamás pierden oportunidad para derrochar,
malversar y administrar con perfidia el ingente dinero que extraen de los
esquilmados bolsillos de los contribuyentes.
De
rondón, por otra parte: entreverado todo con subidas de otros asuntos y
anuncios afines. Ruido de camuflaje, de cobertura.
El
despilfarro y la corrupción constantes no dará sólo para los “indultitos” de
los compinches; también, y quizá sobre todo, dejará una “pella” astronómica
para que el equipo que tome el relevo, tenga sin remedio que aplicar una “cura
de burro” cuyos resultados costarán un desalentador y gigantesco esfuerzo y de
inmediato le acarrearán una venenosa factura de impopularidad y protestas.
Ha
ocurrido antes. ¿La ignorancia y/o la mala fe de los votantes son la
explicación de este “tropezar en la misma piedra”?
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