Que
no se puede decir ZAPE hasta que pase el último gato; pero dudo que, en el
resto de las exequias que quedan, esta gente desvíe mucho el tiro.
El
FUNERAL. Así, con mayúsculas. Majestuoso (cuándo, si no) y solemne (ídem.); más
palabras: grandioso y exacto en su organización. Admirable, lo en serio que los
britanos se toman sus cosas, cuánto las respetan y las defienden. Por aquí
andamos diferente y hay costumbre de resolver el descontento y los desacuerdos
con una mezcla de cafrerío y mala educación que es lo que les da juego a
nuestros díscolos y “reformadores”.
Para
no sufrir en las emisoras comerciales a los papagayos de siempre, bocazas ridículos
de la opinión con ínfulas de protagonismo, me quedé en la TVE 1ª, para que la
cosa, en lo mollar y detallado, correspondiera a la intachable realización cuya
señal directa nos facilitaron los interesados.
Claro
que presumen de sus marcas: Bentley, Aston Martin, Jaguar, Range Rover… ésos
eran los vehículos para la ocasión.
Así
que el funeral, cuando las gaitas, los escuadrones, los uniformes militares y
el armón demostraron sabiduría y entrenamiento de hermoso ballet marcial, se
encontró entrando a las puertas de la Abadía que, con todo y ser de la iglesia
anglicana, algo cismática de suyo, se mostró perfecta de vitrales, ojivas,
lámparas, columnas y enlosado. Y entonces, en presencia y asistencia de los
poderosos del mundo, o de su más vistoso ramillete, tomó el clero el mando de
la pompa, el boato, la música de órgano, del coro (¿no hay niñas ahí?) que
sugiere, con la mágica y seductora y sobrecogedora liturgia del cristianismo, trade mark, que la importantísima
difunta ya se aproxima a los ángeles que rodean a Dios, y en Su Presencia pueblan
sus escenarios visibles, y aclaman con sus cánticos y preces Al Que todo lo
puede y ante Quien todo cede y se inclina.
No
hay espectáculo que supere esto, años luz por encima de cualquier cosa que la “tele”
ofrece y queda estrepitosamente pobre y hortera, en comparación. A señalar la
acústica, la resonancia al parecer natural de ese templo donde las fanfarrias
heroicas de los heraldos trompeteros trasladaron nuestro oído a gestas pasadas.
Ahora,
revisad minuciosos las imágenes, los videos, porque no creo que tuve una
alucinación, alguien más debió verlo:
Sobre
el féretro (corona, globo imperial, cetro) tarjetón en cuya esquina,
deslizándose por el borde, me pareció ver el paseo discreto y fugaz de un
insecto, probablemente egresado del ramo de flores. Un instante apenas, visto y
no visto.
La
desmesura entre su viviente insignificancia y el nivelazo -ya arrasado- de la
embalsamada Isabel nos empequeñece (y advierte de escarmientos) a todos.
Que
sí, que sic transit….
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