Un gesto reposado
asoma en su cabeza de prelado
exento de cilicios y rigores
en la fotografía de “internete”.
¿Hubo tiempos mejores?
De buena tinta sé que los motetes
y otras piezas de extenso repertorio
interpreta con éxito notorio
en una ilustre y coral formación.
Y es que su artista y docto corazón
siempre tuvo notable inclinación
por el diverso canto y la balada.
Un retintín matiza su mirada
de diestro aventurero en retirada
de antiguos lances, hoy amortiguados
-supongo- por vaivenes de la edad.
Aunque, a decir verdad,
genio y figura no se desvanecen
y acaso todavía va y se mece
en un aire de popularidad.
El plano de esa imagen difumina
su resto de recursos decadentes,
su intemporalidad en la vertiente
de un clásico reloj con leontina.
Yermo, lejos ya queda el magisterio.
¿Y cuánto permanece
de la pintura, la vida, el misterio?
Lejos ya el magisterio, por fin, entregado a un "dolce far niente", yermo de cantaletas y colorines y aún amante de arriesgados procederes, salpicados de sábanas en hospital, billetes a Helsinki ya olvidados y recuperado el cante seudolírico y los colores luminosos, cocinillas recurrente y vichissoise caducá en el frigo. ¿Hace un bacaláo al pil-pil?
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