viernes, 1 de julio de 2022

Por el borde del acantilado

 

Terminadas las fiestas y los fastos, queda claro que se nos da bien organizar eventos de “alto nivel”, que tenemos buena disposición y que somos un país fenomenal para el turismo y el agasajo.

Para que no haya dudas, a fondo se han empleado los medios de difusión/confusión, haciendo honor, como suelen, a sus esencias más frívolas. Porque poco se han resaltado los aspectos serios del cónclave, que se ve que no resultan sabrosos para el entretenimiento público. Pero nada se ha dejado en el tintero al referir las andanzas lúdicas de las señoras más o menos consortes y algún que otro ambiguo y sobrevenido doncel acompañante, grupito encantador y encantado, cuyo pastoreo desempeñó con soltura doña Leticia (o con zeta), designada para la ocasión como anfitriona de floreros y secundada por la sombra de ciprés, aspirante competitiva, de la presi adjunta, señora de Pedro.

Gastronomía, compras, esparcimientos de compromiso social o cultural, han hecho las delicias seudoinformativas de las televisiones papanatas, que van siendo todas, desparramadas en el análisis de los vestidos, modelitos y lindezas parecidas, y en los banquetes suntuosos y los creativos menús.

“The day after”, el ciudadano/contribuyente (inflación de más del 10%) queda con Dios y con los problemas no intactos, qué va, sino en creciente y ebrio galope por el borde del acantilado.

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