Tan
sonoro y tan de grandes proporciones, tan detonante de polémica, tan
polarizador de banderías está resultando el fenómeno que cabe llamarlo
acontecimiento sin precedentes.
Y
ello es tan así que hasta su claustro sosegado, hasta el espacio particular en
el que elabora sus recónditos latidos de mitológico animal en reposo, ha
llegado el rumor, la noticia inocultable.
Así
que cuando nos hemos encontrado hoy no ha disimulado su curiosidad, preguntándome
a bocajarro “qué es todo ese jolgorio de la MOTOMAMI”.
Le
hice un resumen que pareció comprender y que asumió con cierta displicencia inherente
a su arrogancia clasista. Porque lo conozco bien (tras 14 años de convivencia
que casualmente cumplimos mañana, día de Santiago Apóstol*) y sé que tiene buen
corazón bajo su aparente y aristocrática superioridad, os aseguro que esos
matices que admito en él no son sino perdonables alardes de espadachín.
Luego
hemos salido a dar el paseo semanal antes de que el mucho calor y el mucho
tráfico dificulten la figura prístina, la estampa inverosímil y asombrosa que
componemos “el Clavileño Estelar” y el elusivo astronauta que lo cabalga.
Desde
luego, ambos hemos coincidido en el comentario: “cómo pasa el tiempo”.
*El Comodoro sin duda recordará la magna
expedición compartida mediante la cual, aventurera y heroica, se efectuó el
histórico traslado desde Granada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario