Cuando vistió la toga,
ejerciendo con digno fundamento
los textos que el Derecho ha establecido
como mejores en cada momento
y todo lo demás que cataloga
el buen hacer y el oficio cumplido
en los pleitos y sobreseimientos,
coronó el éxito sobradamente
su paso razonado y consecuente
y el timón director de su andadura.
Hoy, para la cordura
que debe mantener en ese trance
en que la vida exigente le ha puesto,
entre otros menesteres y percances
que lo llevan a componer el gesto,
se implica en “amateur” jardinería,
mimando el equilibrio de las rosas.
Yo, por mi parte, discurro esta glosa,
sabiendo que se queda en fruslería
y, como amigo más que poderdante,
le ofrezco un ánimo de acompañante
aunque a distancia, en esa travesía.
¡Gracias Maestro!. Desde Villalba.
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