Zíngara de diseño evanescente,
túnicas vaporosas y sutiles
y el perfil de un cartel del “art nouveau”
con algas y con flecos displicentes.
La cabellera, mística y dorada,
flotaba con sus giros: deambulaba
casi iniciando un amago de vuelo.
A veces bruja, en ocasiones, hada,
la voz, algo incisiva, se amainaba
a su capricho de sedosos velos.
Tuvo delicadezas venenosas
al seducir a un público copioso;
calzaba “country boots”, con orgulloso
matiz de americana y buena moza.
Esa imagen nos dio,
con Fleetwood Mac, su resplandor solista,
y en años sucesivos. Y más tarde
como a todos, el Tiempo la marcó:
kilos de más, excesos, amarguras,
la andadura para todos prevista.
Sopas con honda a más de cuatro ha dado
Stevie Nicks, rockera y cantaora
por los 4 costados.
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