-Son
estos tiempos de vientos furiosos,
de
arrasadores cambios procelosos
que
impone a nuestra vida el calendario.
Tan
es así que ni con el coraje
que
se atribuye en el común lenguaje
a
nuestros caballeros legionarios
(y
que el simple mortal nunca atesora),
tendría
nuestra nave tanta eslora
ni
manga, estrecha o ancha, si a ello vamos,
para
la digestión de esta movida
y
de las radicales embestidas
de
este presente al que nos enfrentamos:
La
política, en manos perdularias;
la
urbanidad, modelo botellón;
la
economía, en sesión plenaria
de
infartos contra nuestro corazón.
Los
usos y costumbres, abolidos;
la
reflexión, cosa de un tiempo ido.
¿Y
qué decir del arte?
¿No
merece mención de caso aparte?
-¿Arte
menor?
-Y
mínimo, si quieres.
Que
el público de ahora ya prefiere
no
a Estíbaliz, no a Luz, no a San Basilio,
que
eran muy otras muestras del Concilio,
sino
a las odaliscas multiusos
que,
como Índigo o como Rosalía,
están
rizando el rizo del abuso
y
el contoneo próximo a la orgía…
-Y
el videoclip, sangrante de pasión.
Vamos
al otro lado del frontón.
-Pues
no te olvides de Camilo Sesto
ni
de Francisco, clásicos de gesto.
Mal
rapados raperos,
de
cresta enhiesta o bien de pelo al cero,
los
sustituyen en el firmamento
y
Malumas, Tanganas y otros ciento
han
hecho tabla rasa y todo pasa
como
un raudo y frenético esperpento.
-¿Y
la literatura? En manos queda…
-No
digas más, que desde Garcilaso
hasta
Umbral y Quiñones perduraba,
hoy
sucumbe a las trabas
y
almudenadas, turbias almonedas
con
las que el fruto inane de un parnaso
de
talentos efímeros y escasos
en
poco más, y enano, se nos queda.
-Vamos, que esta mañana no tenías otra cosa que hacer.
-Eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario