La
cotidiana frecuencia y la puntualidad bastante con las que tal rito viene
teniendo lugar, naturalmente ha incrementado poco a poco el número de los
convocados.
Desde
el porche, sentado en el sillón del privilegio, los observo dar cuenta en menos
de cinco minutos de la cuota de trocitos de pan que les he preparado previamente.
Todavía
no hemos llegado al alboroto pero ya se detecta una creciente animación. Con
entreverados vuelos rasantes que a veces a ellos mismos ahuyentan, aterrizan y
picotean, coincidiendo resueltos, casi depuesta la prudencia, doce, quince, otros
tantos en espera impaciente, desde las ramas del seto al lado.
Cuando
desaparece la última miga, aún se acercan y merodean con movimientos de
investigación desconcertada y ya sin fundamento, hasta mañana.
En
la modosa pedagogía de la sola E, como debe ser, es de prever que más adelante
quizá surjan algunas tensiones y porfías derivadas de la elevada concurrencia.
Y que, posiblemente, tendré que aumentar mi oferta, aunque esa deriva, hay
ejemplos, suele desembocar en una escalada de consecuencias impronosticables.
Dios
sobre todo.
Sea prudente Vuesa Merced. Pionono inició rito similar hace unos años y primero llegaron los gorrioncillos, tiempo después los mirlos, y al poco empezaron a pelear con desgraciada suerte para algunos de los primeros. La cosa empeoró cuando se unieron urracas y córvidos, acrecentándose la matanza y, dada la cantidad de aves reunidas cada mañana, distintas rapaces iniciaron sus diarios ataque.
ResponderEliminarLo último ha sido ver posados a tres buitres en distintas alturas de árboles y tejados.
PD.- ¡Qué rica la pajita que me he fumado!