Recelosos,
desentrenados.
Después
de 20 años juntos, este domingo de septiembre (september morn) se miraron con
un resto de cordial desafío.
Ambos
son conscientes de la respectiva edad, de la incertidumbre y los achaques que
han ido sitiándolos con casi imperceptible disimulo. Y el colmo era, para
ambos, el jodido y ya larguísimo paréntesis que en la vida, en las costumbres
de siempre, había insertado el maldito virus con su secuela de interrupciones,
desconcierto, miedo, sí, miedo, toda la porquería que como una desgracia había
entrado en el mundo, tan en mala hora.
De
acuerdo que el caos desinformativo y el, acaso, perverso repiqueteo de las
advertencias y las precauciones a toda hora no ayudaron una mierda. Y ahí se
encontraban.
De
súbito resolvieron tentar (después de tantas cautelas) la suerte que pudiera
quedarles: el uno, ya vacunado; el otro, con la última ITV superada.
-Te voy a quitar la capota.
-De acuerdo. ¿Será como en los viejos
tiempos?
-Más nos vale. Pasaremos por La Barca de
Vejer.
-¿Y preguntarás si ya han recuperado, en
la carta, las croquetas de cocido?
-Me lees el pensamiento. Vamos, “perolito”.
(El
ex – guitarrista y el “roadster”: ¡Qué estampa!)
A mí también me gustaría compartir esas croquetas de cocido y sacarme una foto contigo y el roadster. Iñaki, el aspirante a pianista.
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