Es
notorio lo mucho que proliferan los concursos en la “tele”. Descartando los más
pedestres, muy de otro nivel es la franquicia que supone “GOT TALENT”, que
nuestros remolcables imitadores celtíberos no han encontrado forma de traducir
con decoro, o sea que lo han fusilado (al título me refiero) sin el más mínimo
sonrojo.
No
soy en absoluto espectador habitual de esa variedad del espectáculo. Vaya por
delante mi reconocimiento sin ambages a la considerable lista de personas
notabilísimas que, en general, participan y dan sentido a esa corriente, con la
demostración de sus admirables dones. Pero me resulta difícil soportar la
condescendiente suficiencia, la tremenda artificialidad de esas mediocres “figuras”
que ofician de jurados, de tribunal que valora el talento ajeno, cuando a
menudo da muestras de incompetencia y de lo muy por debajo que suele estar de
los participantes.
Eso
no quita para que la casualidad nos depare, por “internete”, impresionantes
anécdotas sueltas de esas entregas.
Atentos,
así pues, a la conmovedora y hermosa intervención, en el formato americano, de
NightBirde, nombre artístico de una mujer que, cantando su “It’s OK” y
respondiendo con luminosa firmeza y aplomo a las preguntas del jurado de turno,
nos ha dado un ejemplo de valentía personal y musical delicadeza, de las que
andamos, ay, tan escasos.
Cuentan
de un sabio, que un día…
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