Notables
figurones de la televisión nos predican de manera admonitoria nuestras
obligaciones morales y humanitarias, que parecen ineludibles, en relación al
reciente y a los anteriores episodios de personas que se nos cuelan por la
puerta de casa, que no otra cosa es una frontera, majetes.
Yo
lo veo fácil. Se trata de que somos un “país de acogida” y de ahí, “palante, lo que haga farta”: no hay más
que intensificar hasta el infinito y más allá el aumento desaforado y la
recaudación salvaje de nuestros impuestos y con eso ya se sufraga el gasto
extra que todo ese gigantesco farolazo de solidaridad supone.
Y
de camino, que quede algún dinerillo también para seguir retribuyendo al alza a
nuestros políticos, que tanto se sacrifican y tan caritativos ejemplos de
austeridad y comportamiento decente nos dan a diario.
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