En
el fracaso del señor Gabilondo no estuvo presente la cuadrilla de ministros
que, como torpes espontáneos, se tiraron al ruedo electoral al mando del fresco
de la Moncloa quien ya había escapado antes; certificando con esa huida que, en
el fondo, jamás lo tuvieron como algo más que una marioneta en un momento donde
no había gran cosa que presentar. Quizá él mismo andaba con pocas ganas: de
haber sido consecuente con ello, ahora podría merecer cierta compasión.
El
“coletas” dice que se pira. Cuesta terminar de creer a tan notorio mentiroso.
Lo que sí debe escocerle es el revolconcito que recibe del equipo de Errejón,
paje próspero, primero de Carmena y ahora de Mónica, a quien cuando entonces
intentó decapitar, se ve que con éxito incompleto.
Ayuso
gana con amplio margen, frustrando así a sus aviesos y enconados detractores.
Bal,
Harley incluida, debió obtener mejores resultados; pero es mucho el lastre de
los titubeos y la indefinición de Ciudadanos.
Monasterio
chirría un poco; no parece que sea lo más guay para Abascal. Ya lo verán ellos.
Y
hoy ya es 5. A otra cosa.
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