Un
poco numeroso, aunque sensible y selecto, grupo de curiosos se digna tener con
mis escritos la generosidad de atender, con una solidaridad a la que corresponde mi agradecimiento, a los vaivenes, giros y
desconciertos que he venido proponiendo desde mis históricas canciones de autor
hasta estos años que de andadura lleva el “blog” del Hipocampo.
A
ellos me dirijo de nuevo, porque siguen dándome muestras de un acompañamiento
que, faltaría más, reconforta y no deja de admirarme por su fidelidad. Y les
envío, contando con su aquiescencia, el texto de una canción inédita que, sin
mayor motivo, ha asomado hoy, regresado de casualidad, a través de estas
dolientes neuronas.
Los
antecedentes: no rodó mi oficio por la vertiente de los músicos de orquesta que
siempre merecieron mi respeto por lo currantes y a menudo infravalorados.
Teniéndolos en cuenta, en alguna década más que remota (los 80 del XX), imaginé
esta posibilidad, sintiendo simpatía o empatía (¿cómo le dicen ahora?) por unos
sueños que, compartidos, acaso no dieran de sí tanto como lo hace la fantasía,
esa cosa elástica y aficionada a volar.
El
título no quiere ser premonitorio ni, mucho menos, agorero. Y aun así, con
dificultad ignora la nostalgia.
“La última canción”
Entre las luces tenues del salón,
envuelta por los brazos de tu hombre,
yo estoy tocando la última canción
y nada sé de ti, ni aun tu nombre.
Del escenario llega hasta la pista
la música que hicimos varias horas;
se prende mi atención de guitarrista
en tu elegante gesto de señora.
Vivo mis sueños; casi me parece
que a veces alcanzamos las estrellas.
¡Qué fácilmente la ilusión florece
con el aliento de las hembras bellas…!
Entre las luces tenues del salón
me quedaré guardando mi guitarra;
el baile acaba y mi imaginación
se va detrás de ti, que vas de farra.
Mis compañeros se despedirán
y me dirán adiós, hasta mañana;
sé que el amanecer me llegará
haciendo versos junto a mi ventana.
Entre las luces tenues del salón,
te evocaré mañana y otros días
y, en tu recuerdo, la última canción
irá fluyendo de mi fantasía.
¡Qué bonito, Maestro! Y qué coincidencia.... Esta mañana, escuchando "El Jefe", repetí la audición de aquel "Último brindis", con también aquella mención al "último viaje", Viene ahora la "Última canción". Cuánto "último" hoy. Que nos quede siempre en las manos una copa de ron, pues con el "doblón de respeto" ya sabemos lo que pasó,
ResponderEliminarQue gran verdad aquello de que quien tuvo, retuvo. Que sea por muchos años.
ResponderEliminarPues lo asocio "en el sofá" de tu obra dedicada a esas encantadoras mujeres. En todo caso que no sea tu última canción, se ruega.
ResponderEliminarUn abrazo desde Aluche. Salud y suerte
Casi puedo oír la melodía.
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