-Tu eclecticismo aumenta con la edad.
Unos días te muestras enfadado
y pones la política a parir;
Otros, transitas terrenos vedados,
proposiciones arduas de asumir;
y todavía hay días
que, envuelto en una niebla de nostalgias,
me pareces un buscador de magias
en la imagen corriente de las cosas
que están de paso, que son cotidianas,
bien en verso o en prosa…
-Lo que importa es no perder las ganas,
que los contrastes de ese coqueteo,
tal como yo lo veo,
son como la invisible afinación
de un “FenderBass” sin trastes.
-¿No estás del todo ya como una cabra
con tanto vano juego de palabras?
-Míralo de este modo: lo que escribo
es gimnasia mental. Y es lo que digo
para no desteñirme de Rodrigo.
Véase el ejemplo: A UNA SOMBRILLA
Erguida
como un tótem, enfundada
en
tu cubierta (negro y cremallera),
hoy
desafías con aire modoso
y
firmeza inocente y contenida
las
meras ventoleras
y
borrascas de empuje poderoso:
en
el jardín, anclada y detenida.
Es
tu primer invierno.
Y
por si fuera poco,
te
ha tocado estrenarte en este año
que,
conflictivo, nos ha vuelto locos.
Y
aun así, si te miro
desde
el balcón al mar de la fachada,
entiendo
que, si el trance da un respiro
y
amaina el temporal,
desplegarás,
la nueva temporada,
tu
ruedo octogonal y liberal,
tu
virginal blancura defendida
de
las insidias de las gaviotas:
un
detalle de arte en esta vida,
por
encima de todas las derrotas.
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