viernes, 16 de octubre de 2020

Con Mahoma, poca broma

 

Que los países “desarrollados” por la mayor parte sean democracias,  o eso a sí mismas se llaman, que han resuelto practicar un seudolibrepensamiento progre, izquierdoso y por ende laico, tirando al ateísmo comunistoide, es una cosa.

Que con arrogancia inaudita pretendan imponer por el entero planeta sus ideologías, su patrón de conducta, su ejemplo de discutibles “logros” y su decadente modernidad, es otra muy diferente.

Como detalle de esa modernidad, se lleva mucho, y con chocarrera desenvoltura, hacer mofa del sentimiento religioso con expresiones y actitudes que suelen tener como ingredientes el encono y el insulto grotesco y casi nunca algo que por donaire ingenioso pasar pueda.

Así las cosas, con la brevedad que a la noticia imprime la “tele”, nos enteramos de que un ciudadano francés, esponjado en las libertades intocables de su república, ha perdido la cabeza por la radicalidad ofendida de otro que, a continuación, fue “abatido” por los disparos consecuentes de la fuerza pública.

Es un alivio pensar que, por ahora, esto no ocurre en España, donde los especialistas y aficionados al escarnio nadan y guardan la ropa, cargando solamente contra la resignación cristiana, no vaya a ser que, de envalentonarse más, alguien pudiera ponerlos en su sitio con maneras expeditivas y, si se quiere, acaso desproporcionadas.

 

-Porque ¿a ti no te parece que eso de la libertad de expresión y el sentido del humor tiene interpretaciones diversas, según quien sea el pregonero?

-Ahí le has “dao”.   

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