Contrariamente a la creciente talla
que el contorno del Hipocampo exhibe,
la sólita, del "blog", tipografía
en un obstáculo imprevisto encalla.
Lúcida, de inmediato, lo detecta
-- desde lejos, Villalba, nada menos --
la visión del letrado a la que afecta
este trance que me es del todo ajeno.
Sucede que los hados nebulosos
que en Internet trazan los laberintos
han decidido cambios caprichosos
con resultados, claro está, distintos.
Conque heme aquí, de zozobra transido,
un don Tancredo ante su Minotauro,
procurando seguir como he seguido
con coordenadas que apenas restauro.
Brújulas y sextantes de que otrora
avezados marinos se servían,
con la informática devastadora
ya ven perder toda su gallardía.
Y es tanto el mar de males
y tan traidores los hectopascales
que, entre tal felonía y desacato
y el Destino que así nos zarandea,
sentimos que nos dan liebre por gato
y nos hacen bailar con la más fea.
Para tipos de letra tan pequeña
no sé ya si buscar un catalejo.
¿Vestir ruda estameña?
¿Tocarme con lepanto y barboquejo?
Nono, no desanimes
y oponte con firmeza
cual varón de una pieza
a cuanta adversidad hoy nos oprime.
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