El
absorto ojo de buey
luminoso
que
aspira a ser frente al mar
mínimo
faro orgulloso,
observa,
a fuer de curioso,
al
alto fantasma blanco
que
ha posado en el jardín
su
inmoderada estructura,
y
que está como añorando
el
alma de la palmera
que
aún perdura
tras
la tala despiadada
que
ha dejado en su rincón
(sin
casi exageración)
una
soledad helada
de
tapia desorientada
y
desnuda.
-¿Fin de ciclo? ¿Cómo ahora,
y 30 años después,
este volver del revés
más de cuatro y cinco cosas?
-Pues falta instalar baldosas.
-¿Y tu sentido común
no presiente, no avizora
el nuevo trastorno acaso?
¿No has escarmentado aún?
¿De prudencia andas escaso?
-Quizás me ha dado un relente.
-¿Y este vaivén de proyectos?
-Reflexionaré al respecto:
espera a que te lo cuente.
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