El control remoto de la "tele", más conocido como mando a distancia, es el artilugio cómodo para esquivar las publicidades profusas y agotadoras y los demás tostones, pasto corriente para las víctimas, que todos somos, de la alienación. Para salir huyendo, con frecuencia de Guatemala a Guatepeor.
Anoche, durante un paso de esta danza, rocé la intervención de Cósima. Y claro que cualquiera de nosotros es rama que, dichosa o dubitativa, al tronco sale. De manera que Cósima, ataviada con la fantástica temeridad que cabe suponer hereda de su señora madre, también apuntó comentarios lúcidos, propios del otro gen, para contradecir con firmeza los histéricos sarpullidos del "repelente niño Vicente" de Tele5, cuando del revisionismo falseador y sectario de la verdad se trata.
Obviedades: no se eliminan los hechos del Generalísimo (los malos y los buenos, hubo de todo) con trasladar de sitio los restos mortales de un adversario, o de un enemigo, muerto, ni con derribar estatuas, ni con remover inscripciones conmemorativas en piedra, mármol, metal, etc. Eso lo hacen los idiotas para no entrar a los auténticos problemas graves de esto que hemos dicho que vamos a llamar democracia y con la que harto trabajo pendiente nos queda.
Incansables, aunque en vano, la carcoma y las pirañas son la evidencia de cuán impotente es el propósito de que no pasara lo que pasó. Antes y después de Don Pelayo.
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