Las habas que cuezan por ahí, que ellos las ponderen.
Nosotros, los españoles que con paciencia y resistencia estamos casi todos cumpliendo con las exigentes y duras normas dictadas, bien nos merecemos los aplausos recíprocos que son una muestra de la vida en espera.
Principalmente y con todos los motivos, el mérito máximo de esos aplausos lo llevan las numerosas personas que con abnegación y esfuerzo ímprobos están sacando nuestras castañas más urgentes del fuego. No sobrará nunca el reconocimiento y la infinita consideración a que se han hecho legítimos acreedores: que no haya regateo en ese importantísimo renglón.
De paso, será interesante y necesario que la lección que nos impone esta desgracia no caiga en saco roto. Y que sirva para la enmienda de los tarados que nos enmierdan, fingiendo que dan la talla (y como que no) para ser nuestros "dilectos" representantes.
Un arduo camino por delante que nos toca recorrer. Puede que lo consigamos. Porque algo debe quedar todavía de nuestra fuerza, de nuestra inspiración, de la valentía que cuenta la Historia que en tantas ocasiones supimos demostrar.
Debe quedar algo, todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario