A la vicepresidente Calvo (que quizá se preferiría vicepresidenta Calva) igual convendría observarla con curiosidad de entomólogo; o con el asombro que nos produciría si se tratara de una suerte de alienígena.
Sobre todo ahora que, ampliando su colorista repertorio de desvaríos, parece declararse rebelde ante la RAE y erigirse en portavoz (que ella preferiría portavoza) de esa histeria favorable a la falta de cultura general que implica el llamado "lenguaje inclusivo".
Atentar contra la Gramática no será el camino de una hipotética igualdad sino un enrabietado y furioso atajo hacia los sonidos guturales del hombre y la mujer primitivos.
Y por cierto, el escocido y reivindicativo club de sus simpatizantes (que ella preferiría simpatizantas) ¿tiene ya una fórmula de diseño con la que salvar el escollo que supone que sexo (que a lo mejor se lo preguntan) es palabra del género masculino?
¿Hay una vía alternativa para las calenturas y los despropósitos, antes de hablar de sexA?
¿Haremos unas rogativas para que la Patrona de los marineros ilumine tanta tiniebla en la mente, tanto pozo sin fondo de presunta e inédita "sabiduría"?
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